Manos vacías ilusionadas con el hoy van al encuentro con lo poco que tienen, el asombro se une a la sencillez en un abrazo efusivo.
Manos que acumulan vida se abren a la suavidad del iniciado, ellos en su confusión se dejan abrazar.
Los puentes intergeneracionales sostenidos a través de la perfecta combinación. El otro inspira, tiene un mundo y cada cotidianidad es un milagro.
Las manos heridas palpitan verdor en donde los muros blancos ahogan las voces.
Manos tendidas a la mínima oportunidad, ellas se ofrecen al rescate rompiendo el círculo aislador.
Manos desgastadas brillando con tesón, nunca se fatiga el impulso del amor. Caen las hojas y desde el otro lado nos sostienen.
Manos alegres en el silencio susurran la melodía fraterna, bailan acompañadas de sal y pinchos sin perder su belleza.
Nuestras, lejanas, cercanas, mías, tuyas, endebles, fuertes, ásperas, suaves, cansadas…
Todas envejecen, se enfrentan al «demasiado» que les impide abrirse. El odio las mutila, las atrofia; cuesta volver a su baile habitual.
Regalos que llaman a sus puertas ¿encontrarán las tuyas dispuestas a recibir?