Brillante actuación en una 10k de ensueño

Lo tengo puesto como rojo en el calendario, es la primera carrera del año y en circuito homologado. Hacía muchos años que no la volvía a correr y no es lo mismo vivirla de voluntario como hice el año pasado que como corredor.

El presente no se entiende sin el pasado y el tiempo previo a esta 10ª edición de la 10k de Ibercaja que  viene marcado por entrenamientos y la ilusión de mejorar con un ligero toque emocionante al comprobar que hay categoría adaptada. Vuelan los pensamientos hacia todas las direcciones y una pequeña chispa surge en el interior: «Creo que tengo una mínima posibilidad de ganar o estar en el podio». Dominaba el combate la idea de hacer mejor marca ante la otra pero en un momento se abre la puerta del misterio y ha decidido la organización que corramos delante de todos en la primera oleada. Brillan mis ojos como los de un niño pequeño al saber que voy a estar delante de los más fuertes, de aquellos atletas que parece que nunca se fatiguen además de otros nombres importantes del elenco nacional que aunque estén retirados siguen ofreciendo un gran espectáculo y batallan muy bien en estas carreras populares.
Me imagino a gente de diferentes partes de España y de otros países en mi categoría, al ser esta una carrera muy importante a nivel nacional y con carácter internacional. Mi mente empieza a pensar en todos los que conozco siendo muchos más poderosos que yo y de ahí que la posibilidad sea mínima pero real.

La realidad siempre sorprende y en este deporte hay tantos factores externos que todo puede pasar, además de los internos. Es la magia del atletismo que tiene mucho encanto y más en estas carreras donde el tiempo atmosférico influye bastante. Una carrera en la que a todos nos darán medalla de participación y los niños también tienen su momento. El solo hecho de la medalla anima a correrla. Por si esto no fuera suficiente motivación, la carrera será retransmitida en TV y streaming.

Es el momento y me coloco con mis compañeros en la línea de salida delante de los africanos a los que miro entusiasmado y con respeto. Solo nos darán cuatro minutos antes de subir la reja y dejar que los tiburones venga a por nosotros. Como se aprecia en la foto estamos de todas las condiciones y siempre nos damos el saludo deseando suerte a los demás porque este deporte es de compañerismo, generosidad y reconocimiento

 

A pesar de algunos fallos por parte de la organización (salida sin ninguna ovación ni aplausos y colocados delante de la línea del chip en vez de detrás) comienza la aventura en la que no hay contrincantes más fuertes de lo que me esperaba. Asombrosamente, no vinieron todos y Marcial se quedó detrás corriendo en su tiempo sin aceptar hacerlo en esta categoría. Las posibilidades de hacer podio aumentan considerablemente con las cartas destapadas.

Salgo y me sigue Héctor, los demás van a otro ritmo y en estos momentos del principio es como divertirse e ir hacia lo desconocido con ilusión aunque pasando el primer kilómetro a 3:25 con el compañero detrás me viene este pensamiento: «A dónde vas, que queda mucha carrera», entonces aminoro y volvemos a estar juntos. Dos motos nos acompañan en esta gran aventura mientras los espectadores contemplan a estos dos que van en cabeza, detrás el resto del grupo y todavía no han salido los felinos de las jaulas. Vienen dudas por la soledad del corredor; liderar una carrera no es tan sencillo como parece y el viento empieza a hacer sus estragos sin ningún sitio al que refugiarse ni un coche delante que nos tape, tan solo dos motos en un lateral nos alientan en esta odisea.

Anima la gente y siente uno ese calor en medio del frío y el vacío. Cruzamos la otra orilla y desde el km 1,5 hasta el km 5 cruzamos un desierto sin gente, solos con el asfalto y el viento en contra que me hace retroceder y ponerme detrás de Héctor y su guía para refugiarme durante algunos momentos, después volver a encabezar esta carrera. Vienen las oscuras dudas y las mieles del asombro al comprobar que seguimos en cabeza hasta más allá del ecuador de la carrera. Parece increíble pero es cierto, dos corredores «populares» de un nivel medio alto encabezando la comitiva durante muchos kilómetros sin que les cacen los tiburones. La dureza mental y la responsabilidad que conlleva estar al frente tienen un precio y cuando eres novato se incrementa. Todos los focos me iluminan sin quererlo; no solo soy yo, llevo a mi club y con orgullo lo defiendo luchando contra el vacío de referencias, el viento frío y la soledad de estos parajes.
Aquí luché contra mis miedos, dudas e inexperiencia teniendo el dilema: «tiempo o podio».

Pasamos la mitad de la carrera (punto en el cual empieza a animarse todo y aparece el público) cuando antes de llegar al siguiente kilómetro nos rebasan los antílopes africanos con esa belleza en las zancadas, ese porte y lo fácil que hacen las cosas. Verles pasar es un privilegio, una alegría como quien está al lado de su ídolo o famoso favorito. Ahora estoy viviendo esto y no hay palabras que expliquen las sensaciones que siento. Ellos se alejan y el viento que dejan a su paso me da fuerzas para seguir más animado después de verlos pasar. Yo sabía que llegaría el momento en que me rebasarían pero no esperaba durar tantos kilómetros en solitario. Volvemos a estar solos, viendo desde lejos al grupo principal que todavía está junto en el kilómetro 6. En el siguiente kilómetro vemos tierra después de tanto desierto. Las casas nos dan la bienvenida y cobijo para resguardarnos del viento mientras las motos nos arropan en esta solitaria carrera.

Seguimos perdidos en medio de ninguna parte teniendo delante a lo lejos el grupo de élite y detrás todavía no nos han alcanzado el siguiente grupo. El compañero de Héctor todo el rato le da ánimos para seguir y le va guiando mientras que María Nicolau en su moto me los va dando.

Aquí vienen pinchazos donde se nota la cara factura del liderazgo, la lucha mental y los daños causados en la lid contra el viento. Llegados al km 8 veo que me alcanzan las primeras africanas y algunos corredores nacionales entre los que destaco a Juan Carlos de la Ossa. Toda una sorpresa encontrarme con él y otros que no recuerdo los nombres pero ponen color al gris asfalto rebasándonos aunque los veo cerca y ese momento es especial. A pesar del desgaste, todo tiene otro color y hay más corredores a nuestro alrededor que nos hacen sentir en familia.
El paso de todos ellos hace que me anime más y saco fuerzas de flaqueza para hacer un sprint en el último kilómetro, con un parcial de 3:30 gastando los últimos cartuchos para el intento de marca. Ver el marcador con el tiempo de 31 y pico es algo increíble que me pone la carne de gallina aunque hay que añadir los cuatro minutos de la salida pero estar rodeado de los mejores, entrando con algunos de ellos en meta es algo fabuloso. Es el sueño de cualquier corredor poder estar entre los grandes y lo he cumplido con creces en esta carrera.
Me siento en un sueño pero es realidad, lo estoy viviendo y ha valido la pena debutar, los miedos, el esfuerzo, la soledad para llegar a este momento. El instante de cruzar la meta y de la manera en que lo hago con los dos brazos levantados lo dice todo.
No siempre se puede ganar a uno mismo y las circunstancias ganaron el pulso a la marca y ese sabor amargo se va con las delicias del triunfo en mi categoría y todo lo vivido.

Las sorpresas siguen lloviendo y no llevo paraguas para resguardarme; ahora estoy en la zona de podio esperando con una gran ilusión sin saber que viene otro momento inolvidable porque está Ricardo Ten para entregar las premiaciones. Todo un grande del equipo paralímpico español y un honor para mí conocerle. Soy coronado en esta 10ª edición de la 10 k de Ibercaja. Lágrimas de emoción y alegría porque no esperaba nada: ni la corona ni a esta gran persona.

Siguen viniendo las sorpresas y 24 horas después me entero de quién es Héctor: un triatleta paralímpico campeón de Europa, 3º del mundo y campeón de España. ¡¡Amazing!! He ganado a un grande en una lucha que solo han sido segundos los que nos han separado, siempre acechando detrás y los dos nos hemos ayudado al principio.

Nunca olvidaré esta carrera tan extraña y a la vez llena de tantos momentos únicos que puede que no vuelva a vivir otra vez. Todos los que me han visto desde sus pantallas y las motos que nos estaban grabando mientras corríamos saben que todo es verdad.

Antes de finalizar, dar las gracias de todo corazón a la organización por hacer posible este sueño, a mis compañeros de categoría, en especial a Héctor y por supuesto a María Nicolau que con sus frases: «Eres el líder de la carrera», «Ánimo chicos lo estáis haciendo muy bien», «Que se note todo el entrenamiento realizado», «Sigue David»… me dieron alas cuando las mías se engancharon y en los momentos de vacilación en medio del desierto fueron oasis donde recargar energías en esta colosal aventura.

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