El arcoíris es muy hermoso al igual que los bosques en otoño con una variedad de marrones y verdes impresionantes. ¿Por qué tanto empeño en que todo sea negro o blanco, siempre yendo hacia los extremos cuando estos son parte de lo mismo?
Recuerdo el balancín donde jugaba y cada uno estaba en un extremo intentando imponerse sobre el otro pero siempre sujetos por el centro que es lo que da consistencia a todo, lo articula todo y hace que se pueda dar el movimiento. Sin este punto, todos perdemos, tanto yo en un lado como el que está en el opuesto y se desmorona la estructura. Al igual que en la balanza (en su forma más sencila), los platos están sujetos a un eje central que sin él yacen en el suelo sin poder hacer nada aunque se crean lo mejor.
Tanto «progreso» para llegar al momento actual sin suelo, el que han puesto es falso y nada más rascar se ve que esta hueco, con el cielo cerrado y el rostro desdibujado al igual que el traje. ¿Cuál será lo siguiente de lo que nos quieran despojar?
Quedamos algunos enamorados de la Belleza que mostramos el verdadero suelo y rompemos los cementos del techo, abriendo el cielo.
Algunos preguntaréis, ¿por dónde empezar a construir? Pues por nosotros mismos, empecemos por el hombre. Esa maravillosa complejidad en la que hay tantos aspectos juntos, a veces unos se quieren dar la nota y convertirse en los protagonistas pero se olvidan de que están en un entramado, el más precioso que se haya podido hacer. El corazón y la cabeza se necesitan el uno al otro, no pueden subsistir solos, a pesar de querer imponerse continuamente, saben que están juntos y existe el otro, el opuesto.
¿Qué sería una melodía donde solo hubiesen agudos o solo graves?
Los errores y aciertos bailan juntos al compás del aprendizaje, están agarrados no se pueden soltar.
Ante las notas contradictorias que nos quieren llevar a su dominio estirando como cuerdas de una parte nuestra para desligarla del resto y erguirla como absoluta; juntémoslas en la madeja, haciendo que sean todas parte de la misma sinfonía. Volvamos al equilibrio, al «término medio»; no será fácil, algunas veces nos inclinaremos hacia un extremo, otras veces hacia el otro pero sabiendo que los dos existen y hay un punto donde están unidos, además forman parte de lo mismo.
¡Existe realmente ese camino! ese punto medio que aúna los extremos. No esta reñido el progreso con la dignidad de la persona sino que van de la mano. Se puede recuperar lo que nos han quitado, volver a vestir y a ser lo que realmente somos.
Los espejos están tristes porque ven en su reflejo trozos y no toda la realidad que está ante ellos. Quisieran mostrar todo pero el que está enfrente no quiere. Ese entramado más bello donde todo es uno y se abrazan las partes: material- espiritual; psicológico-fisiológico… Capaces de lo mejor y lo peor. Dañas una parte y el resto se resiente, aunque muchos lo quieran ocultar bajo maquillajes postizos, falsas sonrisas e imitaciones.
No olvidemos el origen, a pesar de las vueltas de la vida o lo que nos podamos creer sin serlo ¿Nos acordamos de dónde venimos? Deberíamos formularnos esta pregunta, no olvidemos los orígenes porque nos ayudará a saber mejor quienes somos.
Es triste vender lo que somos por un plato de lentejas o un sucedáneo que se acaba en el momento.
No tengamos miedo a mirarnos en el espejo, ver lo que somos y abrazar las debilidades, las fealdades, todo aquello que no nos gusta.
Somos una obra de arte, toda nuestra vida es un cuadro donde hay colores cálidos, fríos, rectas, curvas, figuras grandes, detalles exquisitos y todo unido. Ni sobra ni falta nada, todo es precioso.
Me ha gustado este relato-reflexión. Además de bien expresado, comparto la idea subyacente. Es más, es un tema que he desarrollado también en un relato de carácter alegórico que está en mi blog ficcionescasireales.com. Te invito a visitarlo, si te apetece. Saludos.
Por cierto, no he dicho el título del mío: Cambio climático.