Un día sin noche, donde la luz humilde nos acoge. En medio del gris indiferente, del vasto desierto hay un oasis de colores; una frágil construcción vigorosa que acoge al visitante. No somos nadie, anónimos llenos de vida, reflejando la luz del sol como las estrellas, guiando a buen puerto a caminantes. Voceamos como el perro labrador y si alguien hace caso de esta voz será una gran fiesta. Aunque no lo veamos, el solo hecho del encuentro es todo un gran acontecimiento. Gente de todas partes y de todas las edades son llamados. El Amor no hace distinciones y es para todos (vengan de donde vengan, sean como sean) da igual. La fiesta es para ti, para todos por igual. Gran locura de amor que se sirve de gente como yo para invitar a todos.
No sabemos qué sucederá en este encuentro tan especial. Solo repartimos invitaciones gratuitas sabiendo que un día nosotros aceptamos una. Ese día hubo un cambio en nuestra vida. No tenemos nada más, ni nada menos. Tampoco es que seamos los únicos a los que les ha sucedido esto, ya que desde Su encarnación a todos los que se ha encontrado, su vida ha transformado.
¡Ven, entra por un momento, quédate a sus pies!
experiencia de un misionero de nightfever
