Días grises y noches oscuras estamos viviendo mientras la naturaleza se une a nuestro lamento. El miedo lanza sus trampas por todos los caminos mientras la indiferencia acecha a la vuelta de la esquina. Nubes de interrogantes cubren el cielo de la tarde, rayos de crueldad caen cerca de nosotros en esta tormenta mundial. El odio ruge, esperando a quien devorar. ¡Hermanos! despertad del letargo, vestíos de la esperanza que no se quiebra, salid de vuestras cuevas, volved a ser lo que siempre sois y late en lo más profundo de vuestro corazón. Venid desde todos los rincones por donde vivís, coged vuestras armas de paz que estamos ante un gran desafío. Toda la tierra está a la expectativa, no quiere nuestra extinción ni que sigamos el camino de la explotación. Me preguntáis quién soy yo y de dónde provienen estas palabras que os doy. Enterremos en el cementerio del tiempo esta cuestión mientras nos unimos para frenar estas oleadas que nos quieren inundar. Cuando regresen los días de primavera, entonces podremos tratar estas cosas pero ahora volvamos a lo que siempre hemos sido, juntemos nuestras manos trabajando al compás de un mismo latir. Dejémonos transformar por estas palabras que vienen desde todos los rincones del planeta en son de paz. ¿Estaremos a la altura? ¿Podremos decir a las siguientes generaciones que vencimos la gran tempestad?
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