Forzados por el plomo y la carestía
marchan sin dirección,
arrecia el viento calamitoso
empujando voluntades al exilio,
se observan desde los cielos
adioses empapados de nostalgia.
Se van desdibujando sus huellas,
las sombras se desvanecen
entre los muros de la indiferencia.
Los racimos del cielo destrozan el pasado,
vomita la tierra fragmentos del hogar.
Prisas vitales atraviesan un mar de imposibles
hacia un mañana que se escurre entre los dedos.
Luchando contra el lodo,
la arena y la escasez.
Al otro lado de las montañas,
cruzando las barreras
¿Habrá un porvenir?