Esta hartura es cada vez más puñetera.
Que sobran las explicaciones ante lo evidente.
Que una imagen solo son píxeles planos y fofos, una fachada que el tiempo agrieta y esconde más de lo que habla.
Que lo más divertido de nuestras marcas es que vienen sin instrucciones.
Que los silencios son parte de la melodía pero no el todo y sin las notas quedan desangelados.
Que los atuendos y el calzado son solo postureo perjudicial para la salud, sienten animadversión hacia la naturaleza.
Que la cosa solo es eso y la persona no tiene parangón.
¡Dejarnos volar! No cortéis el tierno tallo en sus inicios.
Olvidemos los añadidos delante y detrás de las letras principales.
¿Tan difícil es luchar contra la fuerte corriente y el Ojo que todo lo ve?