La niebla

En esa ciudad la niebla era muy espesa, no se veía nada. Un amigo de la calle notaba como ese frío y la niebla tan húmeda le hacía morir. Fue corriendo hacia un lugar pero allí no había nadie. Luego siguió corriendo cerca de los árboles, estos le dijeron que una gran masa de aire se desplazaba al lugar X. Sintió hambre, sed aunque no supo muy bien el porqué  de todo. Era asediado por lo blanco, la gente de alrededor notó que sus ojos se volvían blancos y desaparecían. Poco a poco fue pasando a través de esa maldita niebla la cual le provocó cansancio, enfermedad y otras cosas. Hacía frío y no podía aguantar. Cerca de allí vio una casa y con energías renovadas se fue hacia ella. Llamó a la puerta pero no contestaban, miró la ventana aunque nadie estaba allí. Se desesperó y cayó rendido al suelo. Cuando se despertó encontró que estaba dentro de la casa y ésta era vieja con herrumbre, moho y un olor antiguo algo que le llevó a imaginar las grandes cosas de siglos pasados, sus lujos y desdichas. Fuera todo era blanco, la niebla seguía su camino sin impacientarse, lentamente con mucha fuerza. Durante esos días nadie que estaba en sus cabales salió de su refugio. Era algo aterrador

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