Solo somos tres atletas (un valenciano y dos andaluces) disputando la carrera más larga de un campeonato: el diez mil; nadie más se ha atrevido a venir y en esta segunda jornada de atletismo del Campeonato de Selecciones Autonómicas una pregunta parece surgir. La dejamos en el aire y nos preparamos para competir, teniendo unos jueces desorientados y algunas bromas con el cartel de las vueltas antes de empezar esta gran carrera. Nada más escuchar el pistoletazo de salida, me sitúo en cabeza sin nada en el horizonte, quedando un mundo por recorrer, abrazando la soledad que hasta final me acompañará. Muñecas vacías y en la curva el faro me ilumina; dándome la distancia, el ritmo y la vista trasera. Bailando con la soledad transcurren las vueltas hasta la mitad. En esa parte aumento el ritmo y se ve lo nunca visto; aquellos que estaban atrás ahora delante y se rompe la melodía, retirándose la soledad y con la mira puesta en doblar. Después de unas vueltas incrementando el ritmo en cada parcial, me acerco peligrosamente a ellos y los consigo pasar, lo cual me motiva mucho más. Vuelve la soledad de su rincón para acompañarme hasta la meta entre obstáculos que se apartan a mi paso, acabando la carrera muy cerca de bajar el escalón de los 38′.
Carrera solitaria
