Dolorido del envite de ayer, las nubes de la desconfianza empiezan a ensombrecer este bello amanecer. Recordando las palabras de los amigos y poniéndome frente al gran objetivo; recupero la ilusión y la memoria argumenta que si ayer fue genial, hoy puede pasar igual. Todos los que luchamos en el cinco mil estamos igual de tocados para esta gran prueba del diez mil. La lucha por el cetro nacional no ha hecho más que comenzar, espadas por todo lo alto, se acerca el momento del gran combate y mientras calentamos el cielo nos mira embalsamado haciéndonos el gran favor de esconder la fuerza del sol. Durante las horas previas haciendo amigos y preparando el gran desafío. Antes de empezar, una foto a todos los que vamos a participar y en la previa el speaker nos nombra dándome más moral. Al disparo empieza la lucha y todos agrupados salimos despacio, sin líder que tire, nos tanteamos. Cada vez uno en cabeza tira del grupo y en un momento acelera, así nos vamos probando. Sin arriesgar e incluso en mi caso, frenando el ritmo para dejarles a otros pasar. Se suceden las vueltas y a los pocos ataques, me pego al líder y el resto me sigue. En breve se neutraliza la pequeña escapada mientras nos hidratamos en el puesto de agua. Así todos pegados llegamos muy cerca del ecuador a un buen ritmo y en ese momento sucede un estirón. Medina toma la iniciativa y se quiere escapar yendo a un ritmo más fuerte del normal pero estoy atento y le sigo; esta vez su marcha es menos fuerte que la de ayer y me siento cómodo a esa velocidad mientras que el grupo está roto por atrás. Quedamos sólo tres y me recuerdan estas vueltas a los entrenamientos que hice, por eso me siento tranquilo y confiado, todavía mi baza no la he mostrado. Desde la mitad de la carrera hasta que el cartel marque las ocho vueltas que quedan sigo detrás de Medina y en el momento de ver ese número ocho, empiezo a acelerar hasta el ritmo que suelo usar. Me sitúo líder aumentando el ritmo poco a poco, mostrando mis cartas al resto, con un ligero temor de que haya una reacción. Pues quedan tres km y medio para el final y no sé de lo que es capaz mi cuerpo de aguantar. Me planteo lo que queda como una gran carrera y los ángeles me guían en esta lucha; aquellos que ayer conocí están en la curva siendo mis ojos traseros y mi apoyo en este tramo solitario; en el cual voy arropado y sé si aceleró o sigo igual. Las gentes que reparten el agua me animan en estos tramos y pasadas dos vueltas miro el reloj, me propongo otro desafío y hacer una buena marca siendo consciente de mi gran diferencia con los de atrás que sigue igual. Correr en solitario sin oposición es algo increíble, una sensación de dominio sobre el resto de los participantes en esta prueba tan larga que requiere mucha estrategia. Los ánimos de campeón de los voluntarios que reparten el agua y la voz del comentarista: «a no ser que haya un percance, David se va a proclamar campeón de España»; todo ello hace que me crea lo que antes no me creía pero el cuerpo no está para tonterías y en la recta de meta queriendo esprintar, las piernas con los pinchazos dicen parar. Acabo con el mismo ritmo con el que me escapé, haciendo uno de mis mejores tiempos.
Sólo me queda por decir que es increíble lo que el cuerpo puede hacer estando enfermo y tocado a la vez.
Aquí la carrera anterior en el mismo Campeonato: https://davidcolgar.wordpress.com/2015/06/17/duelo-al-atarceder/
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